Este no es un post de un viaje, sino del último viaje de un poeta. Lo conocí hace tanto que me sorprende ver fotos recientes en la Red con el mismo pelo blanco que vestía hace «siglos». Será cosa de Magos, como Gandalf o «Rafita». El caso es que hoy Félix Grande se ha ido y lo ha hecho sobre el Páncreas feo en el que se fue Dulce. Por ello, no se si su marcha me entristece por si sola o es por el recuerdo de haber urgado en las memorias del Círculo.

Fue Dulce Chacón quien me presentó a este poeta. Lo hizo en los tiempos en los que me sentía grande, como Félix. Me sentía verso uniéndome a un puñado de gente, tan mayor como soy yo ahora, con quienes unía voz para gritar «PO-E-SIA» «PO-E-SIA», armados con ramitas de perejil para avanzar por la Gran Vía hasta la Casa de América, donde terminaba la marcha con un Neruda muerto, en 1993, 20 años antes.

Páncreas, Círculo, Dulce, Poesía. Yo ya no escribo poemas. Tampoco padezco el desamor que me los arrancaba. Pero me duele la pérdida de un poeta. La pérdida de esos señores y señoras a quienes yo miraba de puntillas.