
Avila en dos días: Más allá de la ruta de Santa Teresa
Ávila huele a chuletón. Lo percibes incluso a las once de la mañana, la hora perfecta para empezar a recorrer las murallas de la ciudad que fundó Alcideo, hijo de Hércules, en el lugar donde vio posarse una bandada de palomas cuando regresaba de África. Pero las murallas se izaron mucho después que la leyenda, y mucho antes de lo que muchos creen.
Se levantaron en el siglo V, aunque en los siglos XIII y XIV se modificaron al estilo medieval (de aspecto semicircular). Hoy todos los restos de todas las civilizaciones que las han hecho grande pueden encontrarse si se mira con detenimiento. Y es que las murallas de Ávila son un libro que narra la cultura, las religiones y las costumbres de los pueblos que la habitaron desde los aguerridos vettones.
Ellos fueron los moradores más antiguos y de ellos viene el nombre de Ávila, por el nombre del pueblo vettón Obila, que los romanos rebautizaron como Abela cuando la colonizaron.
De los romanos aún pueden verse estelas funerarias usadas como piedras de la gran pared. Varias están próximas a la puerta de entrada frente a San Vicente, acceso desde el que puede subirse al camino de ronda.
La entrada a las murallas cuesta 5 euros. Si se van a visitar más lugares conviene comprar la Avila Card, que cuesta 15 y con ella ni tienes que aguardar la cola ni tienes que pagar para entrar en otros lugares interesantes. (La oficina de turismo donde la venden está también junto a San Vicente).
El recorrido por las murallas lleva una hora pese a no realizar el perímetro completo. Desde sus torres se contemplan unas vistas fabulosas de la urbe y sus alrededores, y en paneles que encuentras en el recorrido aprendes curiosidades sobre Ávila como la importancia de sus 9 puertas. Ésta no lo era por el número, sino por lo que se hacía en ellas. El simbolismo de las puertas, abriéndose para recibir con júbilo a amigos y buenas noticias, y cerrándose ante peligros y enfermedad las convirtió durante siglos en el lugar al que la gente acudía para firmar sus juramentos y compromisos.
También en una de sus torres hay un reloj solar. Sirve al visitante para ver a través de sus horas Continúa leyendo «Avila en dos días: Más allá de la ruta de Santa Teresa»