Ruta desde el Madrid de Mohamed, Madjrit

Murallas de Madrid
Murallas árabes de Madrid

Esta ruta por Madrid parte del viejo Madjrit, el asentamiento que fundó el quinto emir de Córdoba de la dinastía Omeya, Mohamed I. Hasta ahora desconocía ese origen de mi ciudad, por ello quedé atónita al toparme, junto a la mismísima catedral de la Almudena, con los restos de la muralla árabe de la ciudad. Están a la vista, al inicio de la empinada cuesta de la Vega  cuyos cimientos llegan al viaducto de Segovia.

murallas de madrid

El hallazgo lo propiciaron mis padres, su jubilación y un contemporáneo llamado Armando, voluntario cultural para la Comunidad de Madrid que a su vez les redescubrió las historias de la vieja ciudad, como sus murallas de tiempos de Moros y Cristianos (siglos IX y XII) o las terminadas el año que Colón descubrió Amércia, como nos enseñaban en EGB…

Murallas del viejo Madrid

Aunque se dice que la zona estuvo poblada por visigodos, los restos solo dan fe en la colina de los de la Media Cruz, que la tomaron por su posición estratégica en vigilancia y aprovisionamiento de agua.

Su muralla tenía dos torres y tres puertas, que terminaría con cuatro cuando  se construyó después la segunda muralla cristiana. Porque Madrid también fue reconquistado por los de la Cruz y precisamente, de aquel rifi-rafe, viene lo de llamar «gatos» a los madrileños. Cuentan que Alfonso VI, quien recuperó la plaza, pidió voluntarios para trepar por la muralla con tal propósito. Tan bien lo hicieron que les compararon con los pequeños felinos…. Teniendo en cuenta que para escalar usaban largas botas, me pregunto si no se inspiraría el cuento del «Gato con botas» en aquellos soldados cristianos…

Gato con Botas pintado por Jesús Sánchez Tena
Gato con Botas pintado por Jesús Sánchez Tena

Eso es una elucubración mía, pero hay más «oficiales». La de la Almudena, por ejemplo, que dicen reapareció siglos después de su pérdida, emparedada en muros y escoltada por dos cirios aún encendidos. En el lugar de la «milagrosa» aparición se construyó una cripta para que fuera enterrada en ella Mercedes, esa a quien tanto lloró Alfonso XII

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Tomamos rumbo a la calle Segovia, que transita bajo el viaducto. Desde ella se divisa, al otro lado de la calle, un edificio moderno blanco y rojo, donde antaño estuvo «la Casa del Pastor«, una casona que heredó, por voluntad testamental, el primer viandante que pasó por la puerta de la Vega, siendo éste un cuidador de ovejas. Pese a lo curioso de la historia me llamó más la atención otra que me contó mi padre sobre un suicidio frustrado que recordaba de su niñez, cuando quien se tiró desde el viaducto cayó sobre un repartidor de panes que terminó llevándose el fatal desenlace. También me llamó la atención que el viaducto tuviese ascensores… (que no se usan).

Mi libro de Arte de COU

Seguimos por una calle estrecha, cuyo nombre no recuerdo, en una de cuyas fachadas se lee que era la casa donde daba clases López de Hoyos. Entre sus alumnos, nada menos que Cervantes. Seguimos por la calle del Factor (donde se ve más muralla), hasta llegar a la calle y plaza de San Nicolás, donde está la iglesia más antigua de Madrid, con su torre mudéjar del siglo XII y su hipótesis de que pudo ser una mezquita. En ella fue enterrado el arquitecto de El Escorial y el Puente de Segovia, Juan de Herrera. (Si me oyera Concha, mi profe de Arte de COU escribir estas cosas se emocionaba).

Murallas Madrid

Regresamos por la calle Sacramento para llegar, tras cruzar Mayor, a la calle Almudena, donde estuvo la primera mezquita que Alfonso VI convirtió en iglesia y donde la gente gusta fotografiarse tocandole el culo a un madrileño de bronce de nalgas lustrosas.

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Se dice que era la tercera calle más corta de Madrid. Tras la foto, cruzamos el viaducto (esta vez por arriba) hasta llegar a la calle Angosta de los Mancebos.

Casa con pisos para lacayos de Felipe II
Casa con pisos para lacayos de Felipe II

Continuamos por la calle de la Redondilla, entre cuyas casas figuran las que se construyeron para las 1.200 personas que atendían al rey Felipe II, hasta llegar a una iglesia que antaño estaba unida al palacete de un tal Lasso para que pudieran entrar directamente al templo, desde ella, los Reyes Católicos. La iglesia se llama San Andrés y lo más gracioso es que la he visto mil veces antes de reparar en el hueco del desaparecido pasadizo. Sin ton ni son, estábamos en la Latina.

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Tomamos unas tapitas bien majas (frente a la iglesia hay un bar muy moderno en cuyo interior se pueden apreciar más pedazos de murallas) y seguimos por ese Madrid medieval del que nacieron expresiones como ir «de tiros largos» por las carrozas, que solo permitían fueran tiradas por seis caballos cuando se encaminaban a alguna fiesta.

bar latina murallas

Pero las historias en torno a la iglesia de San Andrés son de corte más funerario. Parte de la calle que tiene el nombre del templo fue cementerio y dicen que en él estuvo San Isidro momificado hasta que un párroco solicitó al mismísimo Papa que fuera trasladado a la iglesia.

En la ruta se mezclan a partir de ese momento historias que dieron lugar a sus nombres. La plaza de la paja, por la paja con la que se alimentaba a los animales y se pagaban diezmos y primicias cuando el lugar se consideraba la morería. La del Alamillo, por que ahí se reunía el tribunal árabe, que significa alamuz o algo parecido (en la que Almodóbar rodó Tajones Lejanos antes de que se le fuera la pinza con sus últimas películas). Y la calle del Toro, con su leyenda sobre Zoraida y el astado que mujía.

Llegamos, en nuestro paseo peregrino, a la iglesia de Jesús el pobre, conocida para los pocos madrileños que viven la Semana Santa en casa (sin emigrar a la playa), para ver sacar de ella, de rodillas, la talla de Jesús. Se hace así porque si no, no cabe por la puerta.

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Tras ella, la calle del Almendro y la plaza del Humilladero, llamada así por quienes se arrodillaban para dar las gracias. Y las calles del Madrid denominado «de los Austrias» hasta las cavas Baja y Alta, que tenían como fin proteger las murallas. Y el Mercado de la Cebada. (Me salto la parada para comer en Lucio, porque ese señor y sus huevos se merecen un artículo aparte).

madridpapis7 En la Cava Baja puede verse la posada de la Villa (hoy restaurante), y la Posada del Dragón (hoy un hotel chulísimo).

Callejeamos por la calle de la Pasa, del Conde de Barajas, el pasadizo del panecillo, el palacio de los Condes de Miranda y la plaza de éstos hasta llegar a la iglesia-convento de las Carboneras del Corpus Christi. Por probar, pulsamos el telefonillo a ver si las monjitas aún abrían a quienes desean comprarles dulces. Para nuestra sorpresa, lo hicieron. Les compramos un paquetito (caro) de pastas, e hicimos de anfitrionas a la salida con un grupo de turistas americanos que se fueron alucinados cuando les hicimos de traductores con las monjas y pudieron comprarles ellos también los pasteles -torno mediante-. El horario de venta es de 9.30 a 13 horas y de 16.30 a 18.30.

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Otro bar con leyenda… cerca de la plaza donde se rodó Tacones Lejanos

Con los dulces llegamos a la Plaza de la Villa, la que tuvo una fuente con 4 caños en forma de leones ya desaparecida, y de nuevo, a la calle Mayor, a 100 escasos metros del lugar donde iniciamos el paseo. Un deambular tras la pista de Mohamed I que acababa, aunque no así la la jornada. Aún nos quedaban secretos por recordar por la plaza Mayor. Pero esa es otra historia.

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Para conocer más cosas de Madrid, hay una revista fantástica: La Gatera de La Vila, que cuenta de todo 🙂

5 comentarios en “Ruta desde el Madrid de Mohamed, Madjrit

  1. Que interesante es conocer Madrid con tiempo suficiente para disfrutarlo, y a esto añadimos lo bien que nos lo explican, pues no se puede aguantar más !!!

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