
Ruta por el Madrid Verde. De Rosales a la Casa de Campo

Es gratis, agradable y una forma estupenda de pasar el día libre en pareja o en familia. Junto a las bulliciosas calles de Madrid, la capital ofrece una ruta verde, frondosa y para muchos desconocida pese a estar próxima a lugares tan conocidos como la Plaza España o Moncloa.

Precisamente del Metro de Moncloa (línea 6) podemos empezar la ruta. Desde su salida se despliega el enorme Parque del Oeste. Se trata de una inmensa zona de praderas verdes y árboles inmensos más propios de un parque inglés que de la meseta. El parque es obra de Alberto Aguilera (hoy calle conocida del distrito de Chamberí que recuerda a un alcalde de Madrid de comienzos del siglo XX). El parque fue campo de batalla en la Guerra Civil, y hoy aún pueden verse algunas de sus trincheras, aunque no el Cuartel de la Montaña sobre el que se construyó la Rosaleda y el Parque de Debot.
Caminando por el parque, en paralelo al paseo del Pintor Rosales, llegamos al comienzo de éste donde en los 60 y 70 los madrileños (sobre todo las parejas de novios) acudían a alguilar, por 10 céntimos, sillas donde pasar el rato «a la fresca». El paseo estaba lleno de antiguos kioscos, alguno aún permanece con similar estética, próximo al Teleférico de Rosales.
El teleférico, que no vive sus mejores días, era una de las actividades más atractivas de Madrid cuando yo era una niña. Mediante cabinas enlaza por los aires con la Casa de Campo regalando unas vistas fabulosas de la ciudad. Precisamente sus vistas fueron impedimento para que fuera inaugurado en las fiestas de San Isidro de 1967, ya que los vecinos de Rosales (una de las calles más glamoursas de la ciudad) se quejaron de que violaba su intimidad.
Como hoy la ruta es a pie, aunque podamos asomarnos a ver las míticas cabinas, continuaremos camino cuesta abajo por Rosales, atravesando las explanadas verdes del parque hasta llegar a la fuente de Juan de Villanueva, ubicada entre el Paseo de Camoens y la calle de Francisco y Jacinto Alcántara. La fuente, según me explicó mi padre, era llamada «de Príncipe Pío» y «As de Copas». El segundo término por su forma y el primero por su ubicación original, justo en el lugar donde ahora está la Puerta que encumbra la plaza de la Estación del Norte.

Hacia ella nos dirigiremos. Pasamos antes frente a un retén de la Policía Local montado en una de las antiguas fábricas de cerámicas de la zona, y atravesamos La Rosaleda. En primavera es un lujo pasear por ella. Probablemente sea el parque de España con más rosas y más variadas. La rosaleda se construyó entre 1955 y 1956 siguiendo los deseos del Jardinero Mayor de Madrid en 1915, Cecilio Rodríguez. Según explica el panel de la entrada, realizó una rosaleda -en el Parque del Retiro- al estilo de las que ya existían en otras ciudades como París, Roma o Ginebra, inspiradas a su vez en el Jardín de Rosas de la Emperatriz Josefina, la mujer de Napoléon. El de Madrid es además sede, desde su inauguración, del Concurso Internacional de Rosas Nuevas de la Villa de Madrid (que suele celebrarse en mayo, en medio del intenso aroma de las rosas).
Tras atravesar el jardín se llega próximo a donde estaba el Cuartel de la Montaña y después, ya callejeando por el Paseo del Rey se llega a la Estación del Norte de Príncipe Pío. Ahora parte de la vieja estación es un centro comercial, pero parte continúa en el olvido. Una pena, a finales del siglo era cabecera de la línea férrea que enlazaba Madrid con la frontera francesa a través de Castilla León, Asturias, Cantabria y el País Vasco, sobre todo para proporcionar carbón del norte al incipiente desarrollo industrial de la capital, así como otros alimentos frescos. En todo caso, tras la Guerra Civil quedó en muy mal estado, ya siendo usada solo para los trenes de Cercanías.

Llegados a la Puerta de Príncipe Pío estamos a un paso de entrar en la mítica Casa de Campo.
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