
Pescar con caña junto al mar y evadirte ante el gran azul

Hay pocas actividades que inspiren más paz que ver a un pescador con su caña, en la orilla del mar o en un espigón, dejando que su mente viaje con la marea mientras espera paciente que pique el pez. La escena es habitual por el levante, quizá porque el mar cálido se presta a un arte de pesca que ve peligrar su existencia por la crisis y por las prohibiciones. Por un lado ya cuestan un pico hasta las lombrices, y por otro, las autoridades ahora envían a la guardia civil a multar a los pescadores que lancen sus plomos desde puertos o espigones como si fueran a arrasar con todo bicho a su alcance como una red de arrastre.
Al menos les queda la orilla del mar. Desde este mes que acaba de abrirse la temporada se les puede ver junto a ella en hileras. De dos en dos o en grupos más amplios clavan sus pies a tierra para tornear su espalda a base de lances que lleven lejos sus lombrices. Éstas son de lo más internacionales. Están las «Coreanas», las «Tita» y las «Americanas», éstas últimas más caras, a razón de 4,50 euros la caja de cinco. Y están las Beta, que suben a 5,60. Continúa leyendo «Pescar con caña junto al mar y evadirte ante el gran azul»