
Son mucho más que folletos y carteles. La exposición que la Biblioteca Nacional mantiene hasta el 18 de mayo es un auténtico viaje a través del tiempo. En abril, al poco de inaugurarse, hablé de su contenido en el blog cuando aún no había podido verla. Hoy, tras la oportuna visita, puedo decir que te adentras en un mundo que parece irreal. Un mundo en el que España fue ajena al turismo, una época en la que comenzó a tontear, como una novata, con su principal industria. Y es que en el siglo XVIII este era un país para viajeros osados que se arriesgaban a vérselas con bandoleros y terribles comunicaciones, mientras en otros lugares los europeos viajaban confortables durante meses o años para disfrutar con sus «grand tours», los grandes viajes que dieron concepto a la palabra «turismo».
Aquella España de decadencia es la que se aprecia al inicio de la exposición con un grabado de una ruina de Alhambra hasta la que algunos intrépidos e intelectuales ingleses lograban llegar con dosis de inconsciencia. Británicos gracias a los cuales se irían escribiendo, durante el XVIII y XIX, los primeros libros de «contenido turístico» de nuestro país, como Richard Ford (Hand book of travellers of Spain) o George Sand, pseudónimo de la autora de A Winter in Mallorca.
Aquellos primeros libros, junto a los primeros mapas, que ellos mismos perfilarían, se ven junto a un «pasaporte de interior» que debían presentar ante las autoridades. Al parecer se empezó a entregar ante el creciente interés que los europeos fueron mostrando en descubrir nuestro inhóspito país. ¿El motivo? El romanticismo y lo que hoy llamaríamos «La Roja«. España se había resistido de forma heroica a la invasión francesa y, aunque el país terminó invadido, los españoles no pararon de dar guerra haciendo que los de fuera quisieran saber cómo era el país de esos hombres de coraje que inspiraban grandes relatos… (se cuenta que hasta un escritor al que apodaron «Jorge El Inglés» decidió vivir junto a bandoleros para conocerlos mejor).
El viaje a través del tiempo llega a los avances en el transporte entre 1855 y 1920. Primero, los grandes y lujosos cruceros (el Reina María Cristina era de la Compañía Trasatlántica Española y hacía el trayecto entre Santander y Southampon); tras la Gran Guerra, las primeras líneas aéreas civiles (la primera española, en 1921, enlazaba Sevilla y Larache, que aún era español (no era Iberia sino Líneas aéreas postales), y luego los avances en el ferrocarril y las carreteras. Esto último promovido sobre todo por la reina. Gracias a la psoriasis de Isabel II la gente comenzó a buscar la playa para sus descansos. Los médicos se lo recomendaron para que mejorase en su dolencia y de ahí surgieron las casas de baño y los balnearios, sobre todo por el norte de España (asidua a visitar el Cantábrico). Continúa leyendo «Orígenes del Turismo en España. Madrid»
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