Seguía pensando si clickaba o no en la biografía que Facebook hace gentilmente de tu vida durante el último año, cuando de pronto me he topado con un email de WordPress diciéndome que ya ha hecho lo propio con mi actividad bloguera. Teniendo en cuenta que llevo casi medio mes sin escribir una línea, me lo he tomado como una llamadita de atención y he decidido escribir mi propio balance. En cómputos exactos al parecer han sido 709 las imágenes subidas, pero ninguna corresponde a los post más leídos del año. Una pena, porque si he de ser sincera, las que más he disfrutado fotografiar … Continúa leyendo Tachán… Y llegó el balance bloguero del año
Estatua que corona la terraza del Círculo de Bellas Artes
Te sientes bien. Entrar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid es sinónimo de expectación. De descubrimiento. De buenos comienzos. El Círculo, que no ha sido ajeno a la crisis, aún es lo que fue. Un lugar de encuentro de gente que es o que le gusta sentirse por un día interesante. Gente que le gusta ver una exposición, una obra de teatro y también sentarse a tomar un café donde lo tomaron escritores y artistas de renombre para imaginar lo que veían.
Para mi el Círculo tiene también nombre de mujer. El Círculo es Dulce y por extensión, o ascensor, Inma. Me descubrió este lugar de poesía la escritora Dulce Chacón cuando escribió -y autoeditó 500 ejemplares- «Querrán ponerle nombre«. Entonces era una desconocida, una mujer en paro, madre de tres hijos, que al fin se creía que con dos palabras podía partirte el corazón.
Sala Columnas Circulo Bellas Artes
Fue en la sala de las columnas donde presentó aquel pequeño gran libro de versos pequeños y contundentes como dardos. Aquel espacio fue también donde presentaría otras obras, como «Contra el desprestigio de la altura«, en el que María (su hija) y una servidora nos vestimos de forma bastante rara para, con plumas por la cabeza, ir lanzando más plumas al personal como parte de la puesta en escena.
Al Círculo de entonces no pagábamos por entrar. Hoy si. El acceso al edificio y a la cafetería «La Pecera», un restaurante super bonito, cuesta 1 euro, si bien a la cafetería también puedes acceder desde la calle. Si quieres visitar además la azotea la entrada cuesta 3 euros. Y si quieres colaborar con la causa («en defensa de una cultura independiente, crítica y actual») por otro euro te haces 4 fotos en su particular fotomatón.
La terraza es una pasada. Se ve casi todo Madrid bajo la vigilancia de una enorme estatua visible desde el comienzo -o el final- de la Gran Vía. Con buen tiempo deben sentar bien en este lugar unas copichuelas. (Está abierta de lunes a viernes de 9 a 21 horas y sábados y domingos de 11 a 21).
Vistas desde la Azotea del Círculo
Restaurante Círculo Bellas Artes. Pecera.
Junto a la chimena, colosos al fondo…
Escalera del Círculo
Los vigilantes, de Higinio Basterra
Vistas desde la azotea
Tras la visita, a partir de la penúltima planta bajamos por las escaleras para curiosear. Dan a estancias que estan cerradas al público o a los «no-socios», como la biblioteca, la sala de billar o la citada sala de Columnas, donde nos colamos (aprovechando que la preparaban para una representación) para cerrar los ojos en ella y escuchar a un Saramago que no entendía y a Dulce…
«La noche se hace cada vez más pequeña, quizás no quepa la luna»
Pensando en el turrón de Jijona se me pasó escribir sobre un cumpleaños muy especial. El pasado fin de semana el blog «De Vacaciones y Puentes» cumplió un año. Doce meses de sorpresas y casi de terapia. Lo que comenzó siendo una vía de escape para escribir sobre buenos momentos, en un momento que no lo era, me ha deparado muchas sorpresas positivas y felicidad. Entre las mejores han estado los nuevos «amigos». Seguidores que no conozco a quienes han parecido interesantes los relatos. Han sido la palmadita en la espalda que necesitas y que pocas veces recibes fuera del … Continúa leyendo Un año de blog
Teníamos un plan para la mañana de nuestro segundo día en Italia: Levantarnos tempranito para visitar Herculano y el Museo Arqueológico de Nápoles, donde los periódicos locales publicaban que habían hallado indicios de la existencia de fantasmas durante unos trabajos de rehabilitación (que también destaparon restos griegos). Pero no vimos ni lo uno ni lo otro. La paliza Vesubio-Pompeya nos dejó baldados, así que nos levantamos tranquilos a pegarnos un desayunazo de los que te dejan bien casi hasta la cena, recoger y emprender camino a la Ciudad Eterna. Continúa leyendo «A Roma en Tren»