Ruta a pie por Londres y visita al rastro de Camden el día de la Amapola

El primer día que amanecimos en Londres queríamos visitar toda la zona de Westminster y Parlamento, el Buckingham Palace y el famoso mercadillo de Camden de modo que nos levantamos a las siete y media de la mañana para aprovechar cada minuto. Gracias a ello vimos mucho más de lo que nos habíamos propuesto.

iglesia_westminster

Tras desayunar un calórico café con leche (cafe Latte) en la cafetería más próxima a nuestro alojamiento, partimos rumbo a la iglesia de Westminster. Al contrario que la abadía, este templo está construido con ladrillos rojos que recuerdan más a una mezquita que a un lugar cristiano. Aprovechamos que estaba abierta y, como había servicio, nos colocamos al final de la iglesia para contemplarla y escuchar de paso algo del sermón. Está claro que los protestantes no son iguales que los católicos, pues en los rezos pedían entre otras cosas para que los medios de comunicación fueran independientes y veraces, entendimiento entre los gobiernos… en fin, no solo paz en el mundo, sino cosas mucho más concretas.

El mítico pub del siglo XIX que ha sobrevivido intacto a los bombardeos de la II Guerra Mundial y el desarrollo de la calle a base de modernos edificios acristalados
El pub del siglo XIX ha sobrevivido intacto a los bombardeos de la II Guerra Mundial y al desarrollo de la calle, llena de edificios modernos

De ahí continuamos por Victoria Street, haciendo una parada en la esquina con Buckingham Gate, que más parece una estampa de Boston que de Londres. El viejo edificio del pub The Albert, construido en el siglo XIX, ha sobrevivido orgulloso no sólo a los bombardeos de la II Guerra Mundial, también a los rascacielos de espejos modernos que van izándose en la ciudad, siendo en la actualidad el único edificio original de la calle que se mantiene en  pie. Como a primera hora estaba cerrado hicimos unas fotos y nos propusimos regresar en la noche para degustar una pinta de su propia cerveza.
abadia_westminster

Al final de la calle nos topamos con la abadía de Westminster y un montón de cruces dispuestas como en parcelitas en el césped que la bordeaba. Por el camino nos habíamos cruzado con gran número de jubilados en sus mejores galas militares que se dirigían hacia aquí. El motivo es que sin pretenderlo estábamos en plena celebración del Remembrance Day (también llamado Armistice day o Poppy Day), el día de las Amapolas que tiene lugar el segundo domingo de noviembre en memoria de los caídos en la Guerra. Los familiares y amigos se acercaban a un quiosco y recogían una pequeña cruz, que colocaban en la parcelita destinada a su división en el suelo. Después, iban desfilando todos despacio hacia el Big Ben.

Continuamos en dirección opuesta para ver primero el jardín del Parlamento inglés. En él hay una estatua de Rodin y se ven unas vistas estupendas del río. Después, volvimos sobre nuestros pasos para dirigirnos al mítico reloj. Bajo el Big Ben la gente se apelotonaba para poder atravesar el control de peatones dispuesto para la marcha que tendría lugar una hora después por el día de las Amapolas. Aunque el trayecto no era largo y el final de éste era nuestro destino, Trafalgar Square, preferimos hacer el camino junto al río, viendo de paso el mítico «Ojo de Londres», la noria que corona el Támesis.

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En Trafalgar Square se encuentra la Galería Nacional y la iglesia Sant Martin in the Fields, en cuyos bajos hay una cafetería enorme y un centro de exposiciones. Subiendo por su vial, Charing Cross Road, llegamos a Leicester Square. El enclave es conocido desde el siglo XIX, cuando era el epicentro de baños turcos, teatros de cabaré y pubs. Hoy todo aquello son salas de cine (vimos el estreno de un serial de cortos realizados por escolares ingleses al más puro estilo Hollywood), teatros y megatiendas de varias plantas que no pensarías que pueden dedicarse a los caramelos M&M o los Lego. En su plaza, además, se monta un mercadillo o porrat artesanal dedicado a la Navidad por estos días.

Los 4 caballos de Helios, escultura de Rudy Weller
Los 4 caballos de Helios, escultura de Rudy Weller en Piccadilly

Tras atravesar la plaza llegamos a la entrada del barrio chino y caminamos hasta la famosísima «Piccadilly Circus«, que uno se cree que será como Broadway y en realidad es una encrucijada de calles bastante menuda. Eso sí, los neones de uno de sus edificios siguen activos (son conocidos dado que los primeros que pusieron en el lugar se remontan a los años 20).

En Piccadilly cogimos el metro (abierto por cierto en 1906) para visitar el popular rastro del barrio de Camden. Esperaba un mercadillo al uso y aquello era un pueblo entero. A la salida del metro te da la bienvenida una pintoresca calle con todas sus fachadas decoradas con objetos puestos a la venta como auténticos escaparates.

Al final, se entra oficialmente en el Camden Market, un mercado tradicional lleno hasta la bandera de  pequeños puestos de artesanía entre los que es difícil caminar. Nos alegramos de ir más o menos temprano porque después sería casi imposible andar. Tras atravesar el mercado llegamos a las antiguas caballerizas también reconvertidas en mercadillo. En ellas además de tiendas vintage hay un montón de puestos de comida de diversos países (muy rica) y una terraza-pub donde nos tomamos una pinta escuchando a un español que se ganaba la vida tocando.

green_parkCuando fuimos a abandonar Camden, sobre las doce del mediodía, la avalancha era tal que habían cerrado las entradas del metro, dejando todas sus puertas para las hordas de salida. Así que andamos un poco hasta la siguiente estación, que nos llevó en esta ocasión al parque ubicado junto al Buckingham Palace, Green Park.

El parque, donde antiguamente enterraban leprosos, estaba lleno de gente portando sus amapolas y trajes militares. Al final de él, encontramos el palacio de Buckingham. Hicimos alguna foto y proseguimos hasta un café próximo para reponer fuerzas con un pastel y café. Después callejeamos hasta llegar de nuevo hasta la calle del rey Charles, junto al parque, donde encontramos los búnkeres secretos utilizados por Churchill en la II Guerra Mundial.

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Dado el carácter militar del día, decidimos entrar (17,25 libras la entrada si no quieres pagar los 19 que te sugieren como una donación extra). La verdad es que impresiona ver dónde vivieron y trabajaron, resguardados de los bombardeos alemanes, los altos mandos británicos junto a su presidente. El búnker es muy grande y en él puedes ver desde las habitaciones, salas de comunicaciones, salas de mapas, el despacho desde el cual se retransmitían grabaciones de televisión, etc.

A la salida, continuamos por King Charles hasta llegar al parque, donde «oh sorpresa», nos topamos con el otro Charles, el príncipe. Seguía a esas horas de la tarde con los actos por el día de la Amapola. Le grabamos saludando quitándose y poniéndose el bombím, vimos después el cambio de guardias a caballo y seguimos caminando por en medio de las calzadas -todas cortadas al tráfico por el Rememebering Day- hasta el número 10 de Down  Street…

downstreet… Bueno, exactamente hasta la verja que da paso a la residencia donde vive la primera ministra inglesa. Lo bueno es que los policías son tan majos que se dejan fotografiar por los miles de turistas que pasamos por allí.

Reventados, ya con la noche cayendo, fuimos regresando poco a poco sobre nuestros pasos descubriendo la belleza de los lugares que vimos al amanecer iluminados por un montón de luces.

(Al estar reventados, nuestra opción de cena fue comprar  pizza en el supermercado (donde te la hacen mientras haces el resto de la compra), una botellita de vino y algo de picar.

big_ben_night

 

 

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