Volveremos a correr juntas entre los árboles,
saltando sobre las rocas dispersas del camino,
sobre los charcos de barro que refrescan las pisadas.
Volaremos juntas y exhaustas
sobre raíces y socavones de la tierra.
Tropezaremos -como siempre- y volveré a caer herida.
Te pondrás sobre mí, lamerás mi rodilla
y quedarás pétrea al acecho hasta verme en pie a tu lado.
Entonces echaremos a correr de nuevo, despacio,
por el bosque, por el paseo.
Correremos hasta el mar si la pierna aguanta
y volveremos sucias y felices a casa.
Al hogar que hoy parece una condena.