
El 28 de julio es uno de los días más emotivos de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villajoyosa. Tras amanecer con el Desembarco, los festeros representan el ataque moro al castillo ante centenares de espectadores. Desde la calle o los balcones los turistas no quitan ojo al acto. A su final la playa queda desierta. La gente regresa a sus casas no sin antes intentar encontrar hueco para un chocolate caliente en la terraza de la chocolatería Valor (cuya fábrica está en la localidad, abierta a visitas por tener un museo sobre la historia de su producción).


Por la tarde, a partir de las 20 horas, el espectáculo regresa a la Playa Centro, a la plaza del Sant Pere. Las «tropas» cristianas se han concentrado previamente en el parque del Censal y alrededores para bajar a la reconquista del fortín. Antes de ésta tiene lugar una última embajada Cristiana que reclama la rendición de los de la Media Luna.
Con la victoria es tradición lanzar a los «moros» al mar, algo que se va perdiendo. Finalizado el acto -que llena la plaza de humo y olor a pólvora-, los festeros y sus bandas suben por las empinadas y estrellas calles del multicolor casco antiguo hasta llegar a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, una iglesia fortaleza del siglo XVII, declarada Bien de Interés Cultural de la Comunidad Valenciana, y en cuyo interior está la patrona de la localidad, Santa Marta.
A ella van para agradecer su protección y los buenos momentos vividos durante las fiestas.
El final de la jornada lo ponen 21 salva de honor que son lanzadas en la plaza de la Generalitat por la Reina Cristiana, el Rey Moro y autoridades.

A la mañana siguiente tiene lugar la acción de gracias «oficial» a la patrona. Por la mañana con una misa en la parroquia de la Asunción. Por la tarde con la procesión en la que miembros de las compañías que ostentarán reinado al año siguiente portan a hombros a Santa Marta.
Dentro de la iglesia, en su capilla, un cuadro narra el vínculo de esta santa con los Moros y Cristianos. El retrato muestra el milagro por el que Santa Marta provocó una tormenta que desbordó el río Amadorio destruyendo con ello la flota argelina que asediaba la ciudad.
