En una Valencia cuyos cauces de río son inmensos parques de recreo y donde lo moderno pesa más que el encanto, uno puede pasar de largo sin llegar a conocer sus jardines más bonitos. Por eso, recomiendo al menos no dejar de descubrir dos imprescindibles que están a un paso el uno del otro: Los Jardines de Monforte y los Jardines del Real

Los primeros, diseñados en el siglo XIX, invitan a perderse, a leer, a tener citas románticas y a imaginarse en otra época. En ellos encontramos, además de un sinfín de flores y plantas, los dos mansos leones – hechos por José Bellver- que por amables no presiden hoy la escalinata del Congreso de los Diputados.
También hay estatuas, bustos de filósofos, palacete y románticos estanques.
El otro edén son los Jardines del Real, llamados también Jardín de Viveros, los mandaron hacer los reyes de Taifa de Valencia y albergan en su interior el Museo de Ciencias Naturales.
Para llegar a ellos: autobuses 8 y 70 y Metro Facultats
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