Castañas asadas. Es el sabor del otoño, del invierno, de Madrid con frío, de mi infancia. Tengo las castañas tejidas en la mente con recuerdos de mi abuelo, de mi madre y de mi hermano. El siempre fue un incansable asador de castañas. Ella jamás se ha podido resistir a comprar un cucurucho en cualquier puesto de calle. Y con Saúl disfruté de una memorable pirotecnia casera al querer imitar al abuelo metiendo en un horno un generoso puñado sin darles antes el corte… BOOOM, BOOOM, BOOOM… Hasta voló el paño que pusimos encima cuando las liberamos del aparato tronador.
Pese a todo, nunca he ido a recoger castañas. Una pena cuando parte de mis orígenes está en un castañar: el antaño Señorío de Montemayor del Río.
Dicen que no se puede entender esta tierra sin el castaño. Los Caminos del Paraíso (folleto del lugar) explica literalmente que «más que un árbol es un dios proveedor a quien se venera y cuida con mimo, fundamental en una dieta de supervivencia y base durante siglos de las principales industrias de la villa». Hoy, como comprobamos este verano, lo de la principal industria está aún vigente con 15 artesanos de cestería entre sus menos de 400 habitantes.
Pero el tiempo de castaños no era entonces, sino ahora. Los frutos están al alcance de la mano para ir a recogerlos al tiempo que uno se deja llevar por un paisaje que muda colores a diario.
el mirador de Chari. 😉
El día clave para ir a coger y asar castañas -que aquí llaman «Calbotes»- de forma grupal, es el de Todos los Santos. La víspera se visita el cementerio, para limpiarlo y ponerlo bien bonito, y el día 1 de noviembre para acudir el pueblo entero a poner flores a los seres queridos (tras la misa de rigor).
Tras la misa el pueblo acude al cementerio
El cementerio está junto al castillo
En el cementerio recuerdan a sus seres queridos
Y les dejan flores
Después uno se puede cambiar para echarse al monte, a sus bosques, provisto de alguno de esos cestos que hacen aqui y se venden en el norte como autóctonos.
Antiguamente estas excursiones se hacían por separado: chicas por un lado y jovenzuelos por otro. Digo yo que sería por no tentar pasiones. Pero las ganas estaban. Por eso, según cuentan, los mozos subían a las torres del castillo para ver por donde salía humo y así descubrir la ubicación de las mozas, que ya asaban las castañas.
Hoy los mozalbetes están creciditos, con canas y muchas ganas de puentes y jubilaciones para huir de la ciudad hacia el paraje que sus antepasados fueron despoblando ya en el siglo XIX.
En el camino, además del paisaje, encuentran leyendas. Una es la de la fuente del Piojo. Esa cuya agua es buena para curar los males de los Ojos incluso ahora, que tiene pila nueva (aunque la antigua está al lado).
También puede contemplarse la llamada «Peña del Almirez», donde la gente de Montemayor subía a merendar cosas típicas como «los hornazos» que hoy sigue vendiendo la única bollería de la localidad. Allá dicen que subirán también, dentro de un mes, ciudadanos y alcalde para tocar los «campaniños» por Navidad (y después en Carnaval).
A mi me encantaría regresar antes, para el próximo puente de Diciembre, pero tendré que esperar.
Dejo un par de enlaces para quien pueda escaparse a este lugar mágico. Uno es el de Información Turística del pueblo y el otro, de unos conocidos que tienen casas rurales muy bonitas en provincia vecina de Ávila (a tiro de piedra, aunque en el pueblo también hay alojamientos rurales).
7 comentarios en “Tiempo de Castañas. Asar «Calbotes» en Montemayor”
Que días tan buenos nos hizo por Los Santos, que bien lo pasamos los primos, que paisajes otoñales tan bonitos pudimos disfrutar, y que riquísimas estaban las castañas…no se puede pedir más…
Me gusta mucho cómo te expresas. Natural en tus descubrimientos y sin nostalgia pero con agrado al relacionarlos con los recuerdos de lo que viviste o te contaron.
Me ayudas a recordar cuanto se puede hacer en un pueblo. La estaciones, los frutos seguro que brindan a lo largo del año muchas actividades y este de recoger castañas es de las mejores.
Visitar un cementerio cuyo límite es el castillo y desde donde se disfrutan hermosas vistas también merece la pena a los visitantes.
Más para los que tenemos allí padres, tíos, abuelos,porque siempre hay hacia ellos un recuerdo tierno y feliz, un «te acuerdas cuando…» y entonces los «vemos» y sonreímos, porque tenemos muchos recuerdos de risas y de cariño.
Qué ricas castañas ( no me voy a quedar con las ganas, voy a preparar las que compré , solo dudo si asadas o cocidas)
Ve preparando viaje para Semana Santa, por aquello de la Pena del Almirez, te encantará la subida, y más arriba, a la Dehesa, para merendar el hornazo y la bolla, en una paisaje precioso, pero no digo más porque habrás de descubrirlo y contárnoslo tu.
Que días tan buenos nos hizo por Los Santos, que bien lo pasamos los primos, que paisajes otoñales tan bonitos pudimos disfrutar, y que riquísimas estaban las castañas…no se puede pedir más…
Muchas castañas, estupendas, riquísimas… pero en Villalba…. ¡Ni una!.
Me gusta mucho cómo te expresas. Natural en tus descubrimientos y sin nostalgia pero con agrado al relacionarlos con los recuerdos de lo que viviste o te contaron.
Me ayudas a recordar cuanto se puede hacer en un pueblo. La estaciones, los frutos seguro que brindan a lo largo del año muchas actividades y este de recoger castañas es de las mejores.
Visitar un cementerio cuyo límite es el castillo y desde donde se disfrutan hermosas vistas también merece la pena a los visitantes.
Más para los que tenemos allí padres, tíos, abuelos,porque siempre hay hacia ellos un recuerdo tierno y feliz, un «te acuerdas cuando…» y entonces los «vemos» y sonreímos, porque tenemos muchos recuerdos de risas y de cariño.
Qué ricas castañas ( no me voy a quedar con las ganas, voy a preparar las que compré , solo dudo si asadas o cocidas)
Ve preparando viaje para Semana Santa, por aquello de la Pena del Almirez, te encantará la subida, y más arriba, a la Dehesa, para merendar el hornazo y la bolla, en una paisaje precioso, pero no digo más porque habrás de descubrirlo y contárnoslo tu.
Te tomo la palabra Emilia. A ver si vamos juntas 😉
Algun dia voy a ir por alli y ver con mis propios ojos esos paisajes. Que gusto leer lo que escribe Raquel es una delicia
Muchísimas gracias Regina. Algún día yo también querría ver de nuevo esa Colombia fantástica tuya y escribir sobre ella. Un abrazo