Nunca nos habíamos parado a hacer una lista de lo que no nos gusta de los museos y sin embargo es necesaria. Tras el choque frontal con el vigilante del palacio de El Pardo, la mala educación de turistas de nuestro grupo en Dubrovnik, el sablazo de más de un museo y la paciencia infinita que soportamos con los niños ajenos recientemente en el Museo Arqueológico de Madrid, nos viene perfecto compartir un articulo como este para concienciar al personal…
La entrada de hoy nos va a salir un poco reivindicativa, lo vemos venir. Dejaremos el tono académico – ese que nunca hemos tenido – para contar lo que nos disgusta de los museos. Se trata de mencionar algunas de esas cosas que NO queremos ver, sentir, oír, oler, tocar, experimentar, relacionadas con los museos y que, en ocasiones, no vienen predeterminadas por consecuencia del mal hacer de los propios museos sino por las personas, las de dentro y los visitantes. Puede que nos encontremos con algunos tópicos muy sabidos, pero es lo que hay y se repite como en el «día de la marmota», es decir, con insistencia. Mientras este tipo de cosas no se solucionen no dejaremos de insistir sobre ellas, aun sabiendo que lo relacionado con alguno de estos horrores es imposible de solucionar. Tenemos problemas nacionales que resolver y muchos que van más allá de nuestras fronteras. Algunas de las faltas son…
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Muchas gracias Raquel por el reblogueo, un fuerte abrazo.
😉