«Y si el viento pierde sus alas». Esperanza Durán

aveces

Había un señor con cara de tortuga que hablaba como un papagayo. Preguntaba cuál era el propósito de hacer un montaje así, qué beneficio lograría la artista con obra semejante. «¿Qué sentido tiene? ¿Cómo le puede sacar rendimiento a esto?», cacareaba el hombre-tortuga.

Empecé a contestar sabiendo que mis palabras quedarían en la dimensión de vacío donde caen todas las palabras que dicen interlocutores que no comparten nada, hasta que giré.

Quise mostrarle algo pero me puse a volar. Volaba entre bicicletas sobre las que pedaleaba gente sorteando plumas brillantes, suaves y estelares. Caían de un cielo azul para unos y de yeso inerte para otros.

alfazDesde arriba empecé a escuchar las olas, las olas, las olas… La brisa retozaba alrededor y escuchaba mis pies crujir sobre bloques de sal en los que navegaba mi infancia.

Leí un pensamiento en la pared. «A veces, las miradas me susurran cuentos«. Busqué esa mirada y apareció ella.

Liviana, bella, esbelta. Con su sonrisa y su mundo de colores.

Me guiñó el ojo diciendo «a veces la tristeza me canta nanas«, «a veces, los corazones de hojalata cobran vida…». Y me dejó feliz pendida en un sueño de barquitos de papel.

Ella es Esperanza Durán y su exposición Y si el viento pierde sus alas puede visitarse hasta el 22 de marzo en la Fundación Frax del Albir, en l’Alfàs del Pi (Alicante).

Silvia, Manuela y yo con Esperanza.
Silvia, Manuela y yo con Esperanza.

 

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