Como suele ocurrir a veces lo que tenemos más cerca es lo más desconocido. Para romper esa tónica pasamos una jornada a Denia, al norte de la provincia de Alicante. Fuimos en coche, aparcando cerca del puerto a escasos cien metros de la oficina de turismo. Allí nos sacamos la “Denia Card” (tarjeta que ofrece descuentos para turistas) y dejamos que nos guiaran un poco sobre qué ver en esta capital de la comarca de la Marina Alta. Descubrimos su castillo, su interesante museo del juguete, su mercado y sus tapas…
La primera parada la hicimos a escasos 5 minutos de la oficina de turismo, en el Museo del Juguete. De entrada gratuita, su interior es realmente interesante pues relata la historia del juguete y de la propia ciudad a través de éste. Un pasado que se remonta a 1904, momento en que se empezaron a fabricar juguetes no solo con madera, tela o arcillas sino también con latón. Una curiosidad: La primera referencia que hay en España sobre la fabricación de juguetes de hojalata se localiza en Catalaluña, pero poco después de iniciarla Ibi, en Alicante, tomó la delantera convirtiéndose en líder de la producción. Denia quedó en tercera posición.
Entre los juguetes que pueden verse figuran caballitos de madera, muebles, muñecas, juegos de mesa y entre éstos los tematizados con motivos de las guerras del momento. En un panel, próximo a ellos, se destaca la importancia de las fabricas de Denia a la causa republicana, que hizo a la población objetivo de la aviación italiana y del destructor “Canarias”, motivo por el que toda la maquinaria se trasladó a la Cova de les Calaveres de Benidoleig (un lugar pendiente de ver pues existen unas cuevas prehistóricas que pueden visitarse). Tras la guerra, la producción se mantuvo e incluso se exportó, pues era excepcional la calidad de los juguetes. Un dato: para hacer barquitos se estudiaba su construcción como un auténtico proyecto de ingeniería de tal modo que si no flotaba, se descartaba.
Visto el museo del juguete (en cuya parte baja había una exposición temporal de ninots), paramos en la plaza del Convent. Vimos la iglesia (que no tenía nada de particular) y entramos en un bar con el mismo nombre que la plaza. Allí nos informaron que varios restaurantes de la ciudad organizan la Ruta de Tapas. Cerveza y tapa por 2,50 euros. Probamos la de este sitio (que puntuamos en la mejor posición gracias a su bacalao en tempura con tinta de calamar y limón).
De ahí seguimos marcha hacia el mercado. Da gusto entrar en uno que guarda su aspecto tradicional y que no ha sido reconvertido en un moderno habitáculo de puestos como ha sucedido en casi todos los pueblos. Allí, en el bar Bonanza El Mercat nos tomamos unos calamares a la plancha de lujo presentados de forma muy sencilla. Y de ahí, a la calle Loreto, lugar donde se suceden los bares. Entramos en La Llauradora, un restaurante que según nos relataron fue hace 500 años un convento. En lo que fue su capilla nos tomamos las cervecitas con la tapa de la ruta y otra tradicional. Viendo los platos que servían a los comensales (el lugar estaba lleno), estamos seguros de que si volvemos a Denia pararemos a comer aquí (además los precios eran muy asequibles).
Hasta las tres de la tarde seguimos tomando tapitas en otros locales que, aunque no participaban en la “ruta” ofrecían bebida y tapa por 1,50 euros. A las tres de la tarde iniciamos la cuesta hacia el castillo, que por la tarde abre a esa hora hasta las 18 horas (en invierno).
La fortaleza es enorme y ofrece unas vistas estupendas de Denia, pero aparte de eso, está descuidado. Sus vigilantes son las gaviotas y el 90% de sus carteles están estropeados y no hay paneles que relaten las funciones de su distribución.
Dentro del castillo hay incluso un museo arqueológico (en la zona que fue la casa del gobernador) que también decepciona por su pequeño tamaño. Apenas dos salas para narrar la historia de un lugar que ya era gran ciudad en tiempos de los romanos, cuando fue Dianium. Pese a todo, castillo y tapeo hicieron de nuestro día libre una escapada de lo más amena.
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La ciudad de #Dénia siempre sorprende.