Varios años viviendo aquí y hasta el otro día no visité el MARQ, el Museo Arqueológico Provincial de Alicante, perfecto para pasar una mañana entretenida y la mar de didáctica.
El museo, antiguo hospital, está a dos pasos de la parada del Tram, pero fuimos en coche con la idea de visitar después otros dos enclaves que gestiona la institución: Lucentum (la ciudad ibero-romana que está en la Albufereta) y La Illeta (el yacimiento arqueológico dels Banyets, en El Campello). Al final solo vimos el museo, pues lo tomamos con tanta calma que hasta comimos en su cafetería (que tiene cosas muy ricas a muy buen precio).
Nada más entrar nos introdujimos en el Alicante de un reino de Valencia al que Felipe V impuso las Leyes de Castilla. A través de objetos e imágenes proyectadas en las paredes, viajamos al siglo XIX topándonos con elementos y personajes claves de la convulsa etapa en la que nuestro país intentó, por primera vez, establecer la democracia y la república.
Entre los nombres me llamó la atención Joaquín María López, pues en mi ignorancia o memoria de pez nunca supe (o quizás olvidé) quien fue este político alicantino, pese a vivir infancia y adolescencia en la calle contigua a la que lleva su nombre.
Acto seguido a Don Joaquín destapa el MARQ la edad dorada de Alicante. La de la potente industria y clase media ilustrada y preparada, interesada por la cultura, republicana, que cambió la sociedad de entonces y hasta su escena urbana. Llegamos así al origen del museo, construido en la misma época que lo hicieron la Plaza de Toros, el Casino o el Real Club de Regatas. El museo original estaba en el actual Palacio de la Diputación.
Tras la sala de principios del siglo XX se llega a la exposición temporal el Reino de la Sal que narra y muestra como es y fue Hallsatt, una imponente montaña de sal en medio de Europa. Es interesante pues muestra los elementos más ancestrales de esta antigua y laberíntica mina y cuenta el esfuerzo que realiza el gobierno austriaco en estudiar a marcha forzada el yacimientos ante la amenaza de colapso por la fuerza natural de la montaña.

Aprovechando Hallsatt el MARQ recupera la historia salinera alicantina en una pequeña muestra montada en la antigua capilla, hoy anexo de la biblioteca. Los paneles explican cómo la sal se utilizaba para mantener el alimento, fertilizar palmeras o curar de heridas entre otras cosas. Un vídeo habla del Estanco de la Sal y las antiguas salinas de la región (algunas reconvertidas en parque natural como la de Calpe).
Después un amplio corredor da paso a las salas de épocas más antiguas y a varios montajes que ilustran cómo se estudia un yacimiento en diversos sitios, desde un pecio a una catedral.
La primera de estas salas trata la Prehistoria. La segunda, a los íberos. Ésta es sorprendente como su cultura, aquella en la que el hombre dominó hierro, alfarería y escritura indescifrable incluso hoy día. Los expositores recorren los asentamientos iberos de La Vila Joiosa, el Tossal de La Cala de Benidorm, Cap Negret (Altea), Denia, Calp o Jávea, y como punto final tiene la moneda «bilingüe» (usada cuando los romanos ya empujaban…).
La Hispania romana está en la siguiente sala. Dan la bienvenida proyectiles de catapultas, ánforas y lucernas y le sigue la vida cotidiana. Curioso aprender de su dieta (pan, aceite, legumbres, hortalizas, verduras, huevos, leche, queso, frutas y frutos secos y vinos malos, amén de carne para los ricos), división parcelaria (en centurias) y coste de las cosas: ración de pan un «as»; comer en un albergue, 3 «ases»; una puta, 8 «ases» y una estatua 5.000 sestercios (equivaliendo cada uno a cerca de la decena de ases).
La sala final es la brutal Edad Media desde la invasión árabe hasta la reconquista.
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