Muy próximo al metro de Iglesias, en Madrid, hay un edificio singular cuya existencia es desconocida para muchos. Guarda en su interior la historia de lo que se podría llamar el «renacimiento» de la Educación en España: el legado de la institución Libre de Enseñanza. Dimos con él por casualidad, cruzando un semáforo del paseo General Martínez Campos, pero recomendamos su visita porque además de su llamativa arquitectura alberga una exposición muy interesante hasta el 23 de abril.
Junto al edificio, cubierto de miles de varillas de acero, puede verse el cartel de la exposición: «El Arte de saber ver: Cossío La institución Libre de Enseñanza y El Greco». La entrada es gratuita y el horario de visitas es de lunes a sábado de 11 a 20 horas y domingos y festivos de 11 a 15 horas.
Antes de llegar a la muestra, merece la pena deleitarse con el propio complejo. Para llegar a la sala expositiva hay que adentrarse por un senderillo que lleva a un patio. Éste separa dos edificios de la fundación: el más antiguo, que parece una antigua corrala, y el moderno, de «varillas», obra de los arquitectos Cristina Díaz y Efrén García. Fue su proyecto el que ganó el concurso para rehabilitar el complejo que incluía la casa de Giner y Cossío, el Pabellón Macpherson y la sustitución de antiguas edificaciones, como el «pabellón de párvulos», por un coqueto jardín en el que dan ganas de quedarse a leer o escribir.
Bajando unas escaleras se accede por el edificio de acero a la muestra que recuerda el trabajo de una entidad recuperada tras el regreso de la democracia: La Institución Libre de Enseñanza. El proyecto impulsado en tiempos de la República por liberales buscaba ofrecer una educación distinta y llevar la cultura a todos los rincones de España. Eso es lo que puede comprobarse a través de paneles sobre la figura de Cossío y el trabajo de la institución, que incluía desde llevar cuadros de El Prado por los pueblos españoles para que todos pudieran verlos (las llamadas «misiones pedagógicas»), hasta apostar más por la calidad que la cantidad en los aularios.
Elementos sonoros, libros y recortes sobre la Enseñanza a finales del siglo XIX y principios del XX propiedad de la Fundación Giner se suceden hasta que la exposición se centra El Greco. En medio de la sala, a tamaño real, da la bienvenida una réplica del Entierro del Conde Orgaz que te deja sin habla. A su alrededor, cuadros de distintos artistas y de distintas épocas muestran el interés por la pintura de quien fundó la Residencia de Estudiantes, a través de la cual llevó a Toledo a que viera la obra de El Greco hasta al mismísimo Albert Einstein.
El final de la exposición gira precisamente en torno a Toledo y a aquellos que amaron la imponente ciudad siendo aún jóvenes creadores como Dalí. Quien visite la exposición, que tome su tiempo para leer, precisamente, una carta sublime en la que el escritor habla y critica a quienes en el intento de pintar la estupidez humana apenas llegaron a retratar al «hombre tonto».
