Hasta el 24 de junio puede visitarse en el Espacio Fundación Telefónica (C/ Fuencarral, 3, Madrid), la exposición “La Bailarina del Futuro, de Isadora Duncan a Joséphine Baker”, una muestra que sin duda hace que te vuelen los pies y que descubre a las mujeres pioneras del baile contemporáneo.
La colección puede recorrerse por libre. Nosotros la realizamos con una guía llamada Silvia, que nos desveló los hitos de siete mujeres que cambiaron los roles de la danza en una época en la que el baile debía encorsetarse al ballet clásico. Precisamente una bailarina clásica da la bienvenida con su tutú, su maillot y sus livianas zapatillas con punta, recreando con su baile como una esfera a su alrededor que recuerda al hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci. Tras ella, llegan las revolucionarias…
Isadora Duncan se presenta a junto a vasijas griegas donde las mujeres posan con los movimientos que la inspiraron. Nacida en San Francisco en 1877, se caracterizaba por sus velos y sus pies descalzos. Su sueño era ir a Grecia y bailar frente al Partenón de Atenas, algo que llegó a realizar.
Pese a la polémica que generó su baile, tuvo seguidoras a quienes se llamó “las isadorables”. También se le atribuye la innovación de danzar con música a priori “no bailable” como eran danzas militares o sinfonías. Tal estilo le encantó a Rusia, y llegaron a invitarla a Moscú para crear una escuela gratuita para niños que apenas duró un año. Poco después, falleció en un accidente de tráfico.
La segunda figura trajo el charlestón a Europa: Joséphine Baker. Buscaba el lado salvaje de la vida. Actriz y cantante, su película más famosa fue “la sirena del trópico”. En Madrid (1930) actuó en el desaparecido teatro Metropolitano. Fue una gran activista por los derechos de los afroamericanos en EEUU y participó en 1963 junto a Martin Luther King en la marcha por el trabajo y la libertad. Pese a su carácter libre se comprometió con la infancia hasta el punto de adoptar 12 niños de diferentes nacionalidades a quienes llamaba su “arcoíris”.
La sevillana Carmen Tórtola Valencia se abre paso como ejemplo de superación y rebeldía. Nacida en familia humilde y adoptada por familia “de pudientes”, aprovechó la oportunidad de acceder a una buena educación y aprendió a hablar hasta 6 idiomas. Aún así, no optó por la cómoda vida que ofrecía Sevilla para familias adineradas. Prefirió irse a bailar a los cabarets de París y crear un estilo propio mezclando danzas orientales, rumanas e hindúes. Su baile más famoso fue el de “la serpiente”.
Fue muy conocida por literatos como Rubén Darío, que la cita en su poema “La bailarina de los pies descalzos”. Se hizo famosa al ilustrar la publicidad de sales de baño La maja. Falleció en 1955 tras 25 años sin actuar y vivir los últimos años en Barcelona junto a Ángeles, una joven 14 años menor, a quien adoptó para disimular su verdadera relación amorosa y poder incluirla en su herencia. Finalmente su legado quedó para el instituto del Teatro de Barcelona.
Loïe Fuller (1862-1928) aparece en la película “La Danseuse”, que relata su vida. Ella hizo de la luz su sello, bailando sin música, con vestidos blancos sobre los que los colores volaban. Unos colores de luces que recreaban hasta 20 técnicos por sesión. Hasta Tomas Edisson le prestó su estudio para que hiciera experimentos e investigase. También experimentó a nivel científico incluso con el radio, para que sus vestidos parecieran fluorescentes. Sus últimos días lo pagó por la radioactividad y la ceguera a la que le relegó tanto foco. Otra curiosidad es que en la Exposición universal de Paris de 1900, centrada en el descubrimiento de la Electricidad, le crearon un pabellón propio inspirado en sus vestidos.
La alemana Mary Wigman llega después como pionera en la danza expresionista. Su fama le llegó por su “danza de la bruja”, inspirada en el teatro japonés, y más que contar historias quería expresar sentimientos.
La norteamericana Martha Grahanm es la penúltima mujer de la muestra. Para ella la danza era el lenguaje del alma y se caracterizó por la contracción y expansión de su pelvis. Estuvo muy influenciada por el psicoanálisis de Freud, de Charles Jung, etc. Otra de sus famosas danzas fue “ Dick song” inspirada en el poema “ Cante jondo” García Lorca. En la exposición puede verse un video con los arquetipos de las emociones.
Finalmente aparece Doris Humphrey con sus caídas sobre el escenario. A ella le gustaba recrear la caída del cuerpo y jugar con el equilibrio, el desequilibrio, lo estático y el movimiento. Con ella se despide la muestra. Con ella y con Silvia recordándonos que un día sin bailar es un día perdido.

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Bello viaje. Todo es movimiento y flotaciones.