
Son desconocidas para la mayoría, pero rompieron moldes y realizaron grandes viajes que dejaron huella. Hablo de las Mujeres Viajeras, figura sobre la que llevo un mes investigando tras toparme, por casualidad, con una del siglo XIX en la Biblioteca Nacional, en la exposición Orígenes del Turismo en España .
En las primeras vitrinas de la muestra estaban expuestos los libros que se consideran las primeras guías turísticas escritas sobre nuestro país. No eran guías como las conocemos ahora, sino relatos de viajes con descripciones precisas y algo románticas sobre la entonces destartalada España. Entre ellos me llamó la atención: «A winter in Majorca«. Llevaba años viendo su lomo en una estantería de la casa de mis padres y quedé atónita al saber que fue escrito en 1855. Tal circunstancia me llevó a buscar algo sobre su escritor, un tal George Sand que en realidad se llamaba Amanda Aurora (Amandine Aurore Lucile Dupin, pues era francesa).
Amandine –George– no fue realmente una viajera intrépida sino más bien una mujer inquieta. Casada con un barón del que logró el divorcio en 1831 tras tener dos hijos, decidió camuflarse en trajes masculinos para descubrir la vida parisina que en aquella época estaba tapiada al género femenino. Así logró establecer relación con personas como Delacroix, Julio Verne, Victor Hugo y hasta Chopin. Fue convertida en una polémica intelectual cuando se trasladó un invierno a Mallorca, surgiendo de aquella experiencia el citado «A winter in Majorca«. Falleció en 1875, de Cáncer, a los 71 años.
Una década antes de su muerte, en 1864, nació en Estados Unidos una mujer excepcional. Una periodista de verdad y una viajera épica. Se llamaba -o se hizo llamar- Nellie Bly (su nombre original fue Elizabeth Jane Cochran). Ella logró hacer realidad la vuelta al mundo inventada por Julio Verne y además, financiada por un periódico.
Su vida como reportera comienza en Pittsburgh, donde se enciende al leer un artículo sexista al que replicó con una carta firmada como «Little Orphan Girl«. Sus letras conmovieron al editor, que puso un anuncio para dar con su nombre y dirección. Correspondiendo al anuncio Nellie se personó en la redacción logrando que la dejara escribir en el periódico bajo seudónimo (no estaba bien visto que las mujeres publicaran con su propio nombre).
Interesada por los temas sociales, no dejó títere sin cabeza a la hora de describir la situación que vivían las clases trabajadoras -sobre todo la mujer- hasta que el periódico la frenó al chocar sus crónicas con los intereses publicitarios del periódico. Cuando la quisieron cortar las alas, ella levantó el vuelo y se plantó en Mexico para continuar trabajando allí de corresponsal. Dada su insistencia en publicar la realidad que veía, el dictador de turno la expulsó del país, terminando la incontestable Nellie en Nueva York sin trabajo. Cuatro meses estuvo en paro hasta que convenció al New York World (de J.Pulitzer) a contratarla.
Fue entonces cuando esta periodista se encumbró. Se hizo pasar por operaria de fábrica, criada y loca en un manicomio para escribir sobre la realidad de cada institución contada desde dentro. Y fue así, consagrada como periodista de investigación, como logró convencer de nuevo a sus editores para que financiaran su gran aventura. La aventura de Phileas Fogg. Logró dar la vuelta al mundo en 72 días, 6 horas, 11 minutos y su gira batió un auténtico récord. Dejó constancia escrita de todo cuanto vio. Falleció a los 58 años de neumonía.
Contemporánea a ella fue Anny Londonderry (de apellido real Cohen). Si Nelly fue la primera mujer que dio la vuelta al mundo como reportera, financiada por un periódico, Anny lo logró en bicicleta en una aventura costeada por la empresa New Hampshire Londonderry Spring Water company (de ahí que se tuviera que cambiar el surname). Era inmigrante, medía 1,60 y aceptó dejar a sus dos vástagos ante la apuesta de dos caballeros que aseguraban que no era capaz de recorrer el mundo en bici en 15 meses. Como lo consiguió, ganó los 10.000 dólares que había en juego y su fama le valió para hacerse periodista. Ella, sin embargo, murió a los 77 en el anonimato.
Otra viajera contemporánea de finales del siglo XIX que rompió esquemas fue Gertrude Bell. En su caso dejó constancia de sus viajes en artículos, estudios y fotografías. Sus viajes no fueron alrededor del mundo, sino a Oriente Medio. Hablaba árabe, persa y turco y con 48 años fue contratada por el servicio de inteligencia británica durante la primera guerra mundial. Tras ser espía, pasó a ser consejera del rey Faisal, el primer rey de Irak, impulsando la descolonización de su país en Arabia. Pese a su prestigio y su legado profesional: cientos de fotografías y artículos sobre la zona, se suicidó en Bagdag a los 58 años.
Otra periodista viajera que tuvo un triste final fue la alemana Annemarie Shwarzenbach. Trabajó de reportera y arqueóloga en Teherán, España, Rusia, Estados Unidos y el Congo Belga. Su familia pensaba que moriría en uno de esos viajes o de sobredosis -amante como era a las drogas- pero le mataron las secuelas de un accidente en bicicleta a los 50 años (en 1942).
Pero sin duda, la viajera que más me fascina del siglo XX es Martha Gellhorn, corresponsal de guerra. Fue la tercera mujer de Ernest Hemingway, quien dicen que le dedicó su «Por quién doblan las campanas«. Antes de conocer al escritor ya se hizo su propia vida. Trabajó para The New Republic y fue dos años corresponsal en París. Después, se dedicó a recorrer Estados Unidos para dejar constancia de cómo estaba afectando la Gran Depresión al país, contratada por la Federal Emergency Relief Administration. Después, en un viaje a Cuba, conoció a Hemingway y ambos decidieron viajar a España para relatar la Guerra Civil.
Esta guerra fue la primera en la que se comenzaron a ver a mujeres cubriendo una contienda bélica y Martha destacó. Tras España la enviaron a cubrir la Guerra Mundial a Alemania, Finlandia, Hong Kong, Singapur… también estuvo años después destinada en China y Vietnam. Con 81 años acudió a ver la invasión de su país a Panamá. Unos años después se suicidó ciega y enferma, imagino que triste de no poder seguir viviendo aventuras en tal estado.

Al menos, no falleció joven. Ese fue el triste final de la primera fotoperiodista mujer. Se llamaba Gerda Taro. Compañera sentimental del fotógrafo Robert Capa, acudió a cubrir la Guerra Civil Española, pero cuando estaba en el frente, en la retirada de las tropas republicanas tras la batalla de Brunete, fue herida y falleció en el hospital de El Escorial.
Pero como no quiero dejar un mal sabor de boca, cierro el círculo de mujeres viajeras con alguien que fundó, junto a su marido, una editorial para la que me encantaría trabajar. Se trata de Maureen Wheeler. Nacida el mismo año que mi madre, 1950, peroen Irlanda, tras conocer a su marido Tony ambos decidieron irse de viaje en plan barato con un coche de segunda mano. Cruzaron con él Europa y Asia, continente por el que siguieron ya sin el bólido -que vendieron por el camino. Regresaron sin un duro a casa y juntos escribieron «Across Asia on the Cheap» (atravesar Asia con poco dinero). La primera edición fue artesanal: 1.500 ejemplares que volaron. Fue el primer volumen de una colección de guías que ha hecho historia: Lonely Planet.
Me ha encantado el artículo. Cuantas mujeres inteligentes, valientes pero también desconocidas !!!
Guau!!, que curioso que la mayoria murieran trajicamente, estupendo articulo, muchas felicidades 😘😘
Mujeres que se lanzaron a la aventura de viajar. Muy interesante e inspirador.
Interesantísimo, Raquel. Qué mérito tuvieron todas esas mujeres, yendo absolutamente a contracorriente. A mí más que resultarme curioso que varias de ellas murieran trágicamente lo que me sorprende es que fueran capaces de completar sus aventuras en solitario, teniendo en cuenta el menosprecio que debían soportar por querer hacer «cosas de hombres». Un abrazo!
Gracias Benjamín, cierto es que no debió de ser nada fácil. Y cierto también que, desgraciadamente, de ninguna de ellas se habla, por ejemplo, en la carrera de Periodismo. Ni en mi época ni ahora (según me cuentan). ¡Un abrazo!
Me encantó tu post, gracias por compartirlo y muchas gracias por el follow en Twitter. Abrazo!
Lo de las muertes trágicas me ha hecho recordar a Violeta Parra… pero independientemente de su final, todas son ejemplos inspiradores por sus logros. Gracias por el artículo.