
Cuando le vi me llamó la atención. Sus manos estaban hinchadas y desgastadas, quemadas de tanto sol e intemperie. Con ellas trazaba unas líneas perfectas, con un lápiz de punta muy fina, creando grandes barcos sobre una lámina tan impoluta como sus zapatos nuevos. Su barba, sin embargo, era gris y algo anárquica. Bajo ella y unas gafas con las molduras pegadas con papel de celo estaba su rostro, oculto también tras una visera llena de restos de mil calles.
Era enero y llevaba viviendo en la calle, en Benidorm, desde hacía dos meses. Pero no era un vagabundo recién llegado a la intemperie. Era un transeúnte. Había dejado su fría residencia habitual, en una lejana ciudad de Francia, para venir a pasar el largo invierno al sur. Así me enteré de que hay personas que son como aves. Que por las circunstancias de la vida, terminan años migrando de norte a sur en busca de alimento y calor.
La conversación me caló por su historia, que remató con un: «No creí que podría pasarme a mi y aquí estoy, le puede pasar a cualquiera en una crisis…»; y me dejó sorprendida por la «ordenada» vida que me contó de los «sin techo» errantes. Así que tras despedirme, quedé la siguiente semana con el equipo de Cruz Roja Benidorm, que me confirmó que no sólo es una práctica generalizada la vida del transeúnte, sino que Benidorm es un «destino» para muchos, tanto de Europa como de Madrid o ciudades con menos actividad.
Según contó Yolanda, la trabajadora social que trabaja con ellos, llegan tras agotar todas las ayudas en su ciudad de origen. Muchos piensan que quizá en la urbe del Turismo encontrarán una oportunidad. «Lo dejan todo y llegan con lo justo para un mes, cuando no encuentran nada se quedan en la calle, y al final, a algunos, les tenemos que ayudar a comprar un billete de autobús para regresar a sus ciudades». Llegan incluso matrimonios, dejando a los niños con los abuelos en su municipio natal, para encontrar un nuevo comienzo en Benidorm, una de las ciudades donde más feliz se vive, según las estadísticas de cierta aplicación.
Gracias a la informatización del sistema, los voluntarios tienen acceso a los cuadernos de bitácora de esas almas sin techo. Ven que han estado en la Cruz Roja de Madrid, de Murcia, de Alicante (donde hay albergue), de Villena… «Poca gente vive permanentemente en la calle en Benidorm, la mayoría llega de paso y luego se marcha». Continúa leyendo «Transeúntes en Benidorm: viviendo como un pájaro»
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