Hay muchas formas de iniciar un viaje. Una es poniendo en el coche, a todo volumen, “Waiting on a sunny day”, de Bruce Springsteen. La energía positiva inunda el habitáculo y augura una travesía de lujo. Así partimos este verano hacia Montemayor del Río, antaño epicentro de un gran señorío, hoy es un pequeño paraíso perdido entre montañas de Salamanca y Extremadura.
Tras pasar Ávila y sus imponentes murallas uno sabe lo que va a encontrar: relax (without a «cup of café con leche» ;-)). Ver vacas y toros pastando bajo el sol desde el confortable fresquito del coche, deja la mente como en estado de meditación. Pero esa estampa poco tiene que ver con el tramo final. El ganado desaparece junto a los terrenos pelados y toman presencia alisos, chopos y castaños. Árboles altos, esbeltos y frondosos que emergen de forma brutal creando una cueva serpenteante sobre la carretera que llega a la Cruz y la Ermita, principio de Montemayor.
Tras apear bártulos y perrita recorrimos el lugar en el que el tiempo no pasa. Empinado, con su castillo infranqueable en lo alto, en el pueblo uno se da cuenta del pasar de las horas por el cambio de luz y el doble picado de campanas (la de la vieja iglesia y la del pequeño ayuntamiento). Por lo demás, nada infunde prisa. No hay bullicio, no hay tráfico, ni bancos, ni estanco, ni quiosco, ni peluquería, ni casi comercios. Hay un par de casas rurales, un hostalito, un par de bares, una bollería, una tienda de alimentación y 15 artesanos de cestería. Y turistas. Un puñado que llega en verano, como nosotros, atraídos por el pasado familiar de los antiguos moradores y por la belleza de esta villa singular.
Ellos, los que llegan de paso, ponen el toque de color a una población cuyas casas siguen iguales a como fueron (ahora muchas rehabilitadas con la misma estética). Entre los visitantes hay muchos niños rubios que corretean libres como liebres. Suben y bajan las calles del pueblo de sus abuelos. En él una avenida explica la razón de su físico. Siendo los antiguos moradores emigrantes a América durante la Edad Moderna, en el siglo XX partieron a Suecia, formando en su capital la mayor colonia española del país escandinavo.

Hay en Montemayor del Río muchas más historias. Hablan de la Reconquista, de la Guerra de la Independencia, del Canal de Panamá, de las aguas de su río. Historias con las que nos iríamos topando en unas vacaciones para recordar… CONTINÚA EL RELATO
Que tendrán las raíces que siempre volvemos a ellas, me ha encantado el relato, como siempre, felicidades!