Dicen que La Vila Joiosa, «la villa feliz» (Villajoyosa en castellano) fue bautizada con tal nombre para que resultara más atractiva a posibles moradores en una época en la que los cristianos rehusaban establecer sus hogares en la costa ante los constantes ataques que llegaban del mar. De mayo a septiembre los argelinos inauguraban las razias, las incursiones en tierras lejanas para hacerse con riquezas y esclavos que vendían al otro lado del Mediterráneo. Las gentes de la villa vivían en una constante amenaza, atenta siempre a los correos que llegaban advirtiendo de posibles ataques.

Arrancó con la Entrada Mora, este año a cargo de la compañía Mercaders, que realizaron una entrada con un boato amplio emulando un gran mercado.
Le siguió la Entrada Cristiana, este año liderada por la Compañía Marinos, que deslumbró con un boato en el que no faltaron barcos y elementos que iban narrando las propias historias de Villajoyosa.
Ya el tercer día tuvo lugar el Alijo de Contrabandistas y Piratas Corsarios y la Embajada Contrabandista, en donde se escenificó el momento en el que los viejos cristianos aceptaban la ayuda de piratas y bandoleros para luchar contra los infieles. Este año, por primera vez, la Embajada corrió a cargo de una mujer, María Muñoz, de la compañía cristiana Contrabandistas, y bordó el parlamento.
Horas después tuvo lugar la Embajada Beduina, en donde las tropas musulmanas hacen lo propio, agrupándose para las razias reforzados por los moros de la compañía Beduinos.
Al amanecer del lunes, se produjo el acto más esperado, el Desembarco, que este año tuvo un «fester» muy cinematográfico infiltrado: José Sacristán, que aprovechó el despliegue para rodar escenas de su nueva película.
Tras el Desembarco las fiestas se despidieron ayer con el Día de la Patrona de Villajoyosa, Santa Marta, a quien se llevó en procesión por las pintorescas calles del casco antiguo.
Aquí culturizándome amenamente gracias a «De vacaciones y puentes» ^^