Ni para ti ni para mi fue la obra que ayer abrió el telón a la tercera velada de la Mostra de Teatro de l’Alfàs del Pi; y «ni pa ti ni pa mi» fue también lo que algunos llevamos preconcebido sobre lo que veríamos sobre el escenario a la vista del cartel. De un lado, Miriam Diaz Aroca, a quien nos resulta difícil olvidar sin aquellos tirantes blancos y pantalones ciclistas con los que presentaba Cajón Desastre en sustitución de La Bola de Cristal. De otro lado, Belinda Washington, a quien los de la misma quinta del «Cajón» ubicamos en Aquí hay tomate, el programa que le rompió el formato «corazón» a la Primera. Aun así el teatro se llenó, en parte por deferencia con el autor de la pieza junto a Sonia Gómez, el cineasta alfasino Juan Luis Iborra.

La trama, pese a todo, tampoco aventuraba nada nuevo. Un hombre se muere y en el tanatorio dos viudas se conocen al tiempo que se enteran de que el muerto era un bígamo cabrón. Es a partir de ese momento cuando las actrices empiezan a hacer grande esta comedia de humor negro donde, aunque las dos estuvieron de fábula, Miriam Díaz Aroca lo bordó.

Nadie ha sabido nunca hacer de rubia tontita, ñoña e inocentona como ella, pero en esta ocasión brilla hasta el punto de hacer reir a su compañera de reparto en la sexta escena cuando muestra su lado más psicópata. Un lado que, ahora si, ya me ha hecho olvidar los tirantes de por vida para verla con zapatos de tacón de aguja y un vestido ceñido de impresión.

Por lo demás, algún tango innecesario, un guiño a l’Alfàs y al autor de la obra muy educado entre los largos aplausos finales y el comentario de más de un@ al terminar la función: «Vaya cuerpazo tienen las dos». De impresión, como la Aroca.