El próximo sábado 27 de octubre Lavapiés olerá a uva. Cuatro viñadores independientes de diez provincias diferentes participan en la primera edición de «MalaUva», la feria de vino natural que tendrá lugar en el local de La Caníbal (Argumosa,28), en … Continúa leyendo Preparados para la «MalaUva» de Lavapiés
Ya se han cerrado las fechas para la séptima edición de #Tapapiés, el festival multicultural de la Tapa y la Música del barrio madrileño de Lavapies. En esta ocasión se celebrará del jueves 19 al domingo 29 de octubre y … Continúa leyendo Tapas y conciertos regresan a Lavapiés (Madrid)
Este verano los seguidores de la obra de Gabriel Miró, uno de los escritores de la Generación del 14, pueden redescubrir su vida en una pequeña población llamada Polop de la Marina en el interior de Alicante, a apenas 20 kilómetros de la cosmopolita Benidorm.
El ayuntamiento «polopino» ha rescatado una antigua casa modernista, ubicada junto a su conocida plaza de los Chorros, convirtiéndola en la casa-museo del ilustre escritor.
Edificada en 1911 y bautizada como «Villa Pepita», fue restaurada en 2012 pero no llegó a tener uso. De hecho, no perteneció ni tuvo vinculación alguna con el emblemático escritor fallecido en 1930, pero se ha convertido en la casa en la que residió -y que ya no existe- gracias a que sus descendientes donaran al pueblo algunos de sus objetos personales.
La pasión de Miró por Polop se comprueba nada más pasar el umbral de la puerta. En una pared está estampado un fragmento escrito por el escritor Dámaso Alonso. En él se lee: «Muchas veces Gabriel Miró me hablaba dePolop. Recuerdo una mañana muy clara en la casa última… la palabra del escrito era tan caliente, se coloreaba y exaltaba de tal modo, que a través de ella intuí y amé el lejano pueblo alicantino…».
Tras el muro está la primera estancia de la casa Continúa leyendo «La casa alicantina de Gabriel Miró: Polop de la Marina»
Hay barrios con personalidad y barrios sin ella. Barrios donde la vida aún está en su calle y sus calles no son solo pasajes de paso. Lavapiés (Madrid) es uno de esos barrios con esencia. Allí vive mi hermano Saúl, en uno de esos pisitos que da a una corrala en medio de la colorida Babilonia. Un lugar de mestizaje en el que vecinos y comerciantes se renuevan cada día para demostrar que ellos también pueden ser tan «cool» como la vecina «Latina». Ejemplo de ello es la primera edición de Artesana Week que se celebra desde el lunes (20 de abril). Se … Continúa leyendo De cervezas por Lavapiés: 1ª edición de «Artesana Week»
Los días 2, 3 y 4 de abril se celebra un año más en las bodegas Mendoza de l’Alfàs del Pi la «Enoescapada», una experiencia muy recomendable en la que se aprenden curiosidades sobre la producción del vino en un ambiente de lo más ameno. Las plazas son limitadas, por lo que es recomendable inscribirse previamente. El acceso cuesta 10 euros que incluyen catas y talleres durante toda la jornada. Este año en los talleres se degustará vino de barrica 2201.vs 500l. , habrá maridaje de vino y chocolate, se mostrará la fabricación de barricas en vivo, repite la degustación … Continúa leyendo Enoescapada 2015 en l’Alfàs
Alguien salió de ella hace 50 años, cerró las puertas y la dejó dormida. Sumida en el tiempo intacto de los espacios ajenos a la vida, el viejo caserón de una de las primeras hidalguías de España, la de Alonso de Medina, se fue convirtiendo en una especie de pecio lleno de recuerdos sumergidos.
Así quedó, silenciosa, en Muro de Alcoy (interior de Alicante) hasta que sus puertas se abrieron al proyecto de Juan Cascant y Joan Toni Boronat. Una aventura que aúna los principios de la economía del bien común con la elaboración del buen vino, creando la bodega Celler de la Muntanya.
Se trata de una bodega que nació, según cuenta Juan, «jugando». Entre dos amigos que se dedicaban a cosas ajenas al vino, se lanzaron a producir su primera cosecha con uvas cultivadas en microviñas (unas rescatadas del abandono y otras de los precios bajísimos que imponían a sus agricultores grandes bodegas). Para su sorpresa, obtuvieron muy buenas críticas.
Pensaron que sería la suerte del principiante y siguieron igual, con calma y sin pretensiones, hasta que en la siguiente obtuvieron aún mejor crítica. Entonces empezaron a creer que era verdad que tenían algo bueno y concluyeron que «era hora de aprender a hacer vino…».
Diez años han pasado y a la bodega se han sumado -además del caserón- nuevos agricultores, colaboradores y enólogos, dando valor y chispa a los viñedos que antaño producían enormes cantidades de vino (antes de que la producción mudara a regiones más lejanas que supieron venderse mejor con las denominaciones de origen).
Rescataron la autóctona Malvasía, la Bonicaire, Mas de Botí y la Tintorera -esta última paradójicamente es posterior a la existencia del Cabernet en Alicante-, la Garnacha, la Monastrel y otras variedades con las que consolidaron un vino «sencillo», el Minifundi, y fueron elaborando otros con más aplomo como Celler la Muntanya, Almoroigo el blanco Albir, cuyas botellas portan poemas valencianos.
La Cata la acompañan con un almuerzo alicantino a base de embutidos de la montaña, cocas y «pa de forner», hoy pan de aceite riquísimo que antaño era usado para enfriar el horno como masa «pobre».
Los nombres de los vinos tienen un por qué. Minifundi, por ejemplo, ensalza la base de la bodega, la recuperación de pequeñas fincas para su producción. Es un vino que agrada a la mayoría de mujeres según comprobamos en la visita a la casa, Celler d’Alonso, desde la que parte la Ruta de les Microvinyesy en donde desde diciembre de 2014 organizan veladas de poesía y música.
Esta semana hemos descubierto la primera bodega de Villajoyosa. Sabíamos que en Sella, localidad hacia el interior de la montaña, hay desde hace algunos años viñedos de una casa llamada Mas de la Real, pero hasta que nuestro amigo Nazario nos invitó a una cata de la citada bodega, no descubrimos que produce el vino en Villajoyosa, cerca de casa y cerca del mar.
La bodega la puso en marcha en 2007 una familia muy conocida del municipio. Ana, una de las hermanas, nos atendió nada más llegar a la Jornada de Puertas abiertas organizada este lunes para explicarnos esta aventura en la que se embarcaron «sin tradición ni experiencia» pero con gran ilusión.
Plantaron 4.000 cepas pero sus primeras 500 botellas se extrajeron de uva comprada a otros viñedos. La limitada producción hizo que sirviera más para satisfacción personal y buenos recuerdos que para uso comercial. Creo que les animó lo suficiente para continuar y, aunque contrataron a un enólogo para las catas de las barricas, cada miembro de la familia implicado en la bodega empezó a formarse en una especialidad. Ana hizo un curso de trazabilidad, y un tal Ramiro, que sería quien luego nos acompañaría en la visita, «como es el más hippi se quedó a pie de la vendimia…»