Un angel negrísimo, retorcido y enfurecido, vaciado del original caido sobre la fuente del Retiro, da la bienvenida al visitante en la entrada interior del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Un lugar donde -a diferencia de en El Pardo– atienden de maravilla al visitante, tienen entrada reducida para un montón de perfiles y gratuita para parados, profesore,s y universitarios y jubilados sin importar la edad que tengan. Para colmo de dicha permiten tomar fotos sin flash y si se paga la entrada no sube de 6 euros.
Ante la sucesión de salas que ofrece es necesario dedicar varias horas al disfrute del museo, que reserva un par de salas en la entreplanta para exposiciones temporales como fue en enero de 2014 la de Goya y Goñi.
En las permantentes uno encuentra un sinfín de artistas y cuadros fabulosos pintados por anónimos y personajes reconocidos tras su paso por esta institución dedicada a la enseñanza de las artes. Y es que hasta Goya fue profesor en esta academia que tanto costó poner en marcha.
Porque no es precisamente reciente. La academia fue ideada por un pintor llamado Antonio Meléndez, que propuso su creación sin éxito a Felipe V en 1726. Con aquella idea, unas dos décadas después, el escultor de cámara Doménico Olivieri abrió una academia privada.
Y con la idea de uno y la prueba piloto de otro el monarca se convenció y creó bajo su protección, en la planta noble de la Casa de la Panadería, una academia de artes varias. Una academia que se convirtió en la de Bellas Artes de San Fernando con el empuje dado al proyecto por Felipe VI, Carlos III, Isabel II… y hasta por la I República.
Hoy la colección permantente del museo tiene obras de Zurbarán, Ribera, Pereda, Rubens, Van Loo o Federico de Madrazo.
El edificio es enorme y está en la calle Alcalá, junto al Casino de Madrid y otros edificios dignos de protección, alguno convertido en daño colateral de la crisis como el del Banco de Crédito español, justo enfrente, que está tan vacío como el viejo hotel Plaza de plaza España.
MUY BIEN, RAQUEL… ESTOY DE ACUERDO CONTIGO. ESTE ES UN MUSEO CASI DESCONOCIDO, QUE ES UNA PEQUEÑA JOYA….Y AL LADO DE LA PUERTA DEL SOL…
Efectivamente, de los pocos museos de Madrid en los que ir es como visitar a los amigos. Te tratan como tal y están dispuestos a ayudar en todo. Recuerdo una exposición sobre La Historia de la Tipografía, maravillosa, y que mientras discutíamos mi acompañante y yo sobre el diseño de un cierto tipo de letra nos oyó un empleado del museo, se nos acercó y nos dio todo tipo de detalles para aclarar nuestra discusión. Al salir miré el folleto de la exposición y resultó que el «dicho empleado» era el comisario de la misma. Un lujo.
Y un museo al que apenas van turistas…, una de las razones por la que me gusta tanto 😀
Soy madrileña y tampoco lo conocía. Ahora que estoy jubilada, visito con entusiasmo todos aquellos lugares que tenía pendientes de conocer, uno de ellos era esta bella academia, que es un lujo al alcance de todos. No dejéis de visitarla !!!
Una pregunta de ignorante: ¿El prado, el museo, no tiene su origen en la academia de San Fernando?
Hola y perdona por tardar tanto en contestarte. En principio, hasta donde sé, el museo del Prado surgió con los franceses, cuando Pepe Botella (José Bonaparte) ordenó fundar en Madrid de un museo de arte que mostrar las obras más representativas de las escuelas pictóricas españolas. Según recuerdan en el propio museo del prado, la galería se formaría con los cuadros procedentes de los conventos religiosos enajenados. Aun así, voy a indagar un poquito más a ver si hay alguna relación. Sería estupendo un buen tema para el blog 😉
Gracias. Probablemente sea así, y con el tiempo este adquirió mayor relevancia e importancia que la academia.